José M. Roca reflexiona sobre la realidad política actual y nos invita a pensar:
Ha estallado la contrarrevolución. El largo proceso involutivo de la derecha española ha conducido al Partido Popular a un clima de enardecimiento creciente del que parece difícil desprenderse. En primer lugar, porque supone avanzar en la estrategia puesta en marcha el 14 de marzo, tras su derrota electoral, de erosionar al Gobierno de Zapatero sin pensar en los costes sociales ni institucionales, y en profundizar en el camino reaccionario trazado por Aznar. Y en segundo lugar, porque la lucha directa contra el Gobierno, encubierta con diversos subterfugios (por las víctimas, etc), permite mantener unido al partido -prietas las filas, recias, marciales- y exigir una adhesión inquebrantable ante una situación de pretendida emergencia que está suscitada como defensa por un equipo repetidamente derrotado en las urnas (Rajoy es el dirigente de la derecha peor valorado en la etapa democrática).
Fracasada la vía del periodismo amarillo (la furgoneta, la Orquesta Mondragón, la mochila, el ácido bórico, el titadyne, el temporizador, etc, etc) para invalidar la instrucción del sumario del 11-M, las primeras jornadas del juicio han dejado, con pruebas y declaraciones, en evidencia esas patrañas y mostrado que no existe conexión alguna entre ETA y los autores de la matanza de Madrid.
Mantener activo ese frente ya no le interesa al PP, porque puede dejarle en muy mal lugar, por lo cual ha decidido mantener la lucha contra el terrorismo como frente principal para erosionar al Gobierno. En estas circunstancias, la huelga de De Juana y su desenlace ha supuesto otro balón de oxígeno para las fuerzas reaccionarias.
Después de tres años de esconderse en las manifestaciones convocadas por la Asociación de Víctimas que preside el exaltado Alcaraz, del Foro de Ermua y de otras asociaciones afines, el PP ha decidido llamar directamente a los
Entramos, pues, en una nueva etapa.
Saludos
Fray Pepe
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